Colectivo “Zona de Riesgo"

¿De dónde se originó el nombre "Zona de Riesgo"?
Zona de Riesgo surge de la intención de señalar al arte como un territorio en constante exploración, donde la creación implica siempre la incertidumbre. El nombre alude a esos espacios en los que las certezas se desestabilizan, permitiendo otras formas de percepción, dentro de un entorno sumergido en la experimentación, la crítica y lo inesperado.

¿Qué los motivó a crear este colectivo?
La creación del colectivo Zona de Riesgo fue motivada por el deseo de construir una colección de narrativas visuales que, desde distintas voces latinoamericanas, cuestionara nuestras identidades culturales y los contextos ideológicos en los que habitamos. En una región profundamente diversa y en constante transformación, sentimos la necesidad de generar un espacio donde las imágenes contemporáneas no solo fueran producidas, sino también pensadas como actos críticos y reflexivos. Surgimos desde la convicción de que amplificar las miradas de quienes producen arte en nuestro tiempo es también abrir un diálogo necesario sobre las tensiones sociales, políticas y culturales que atraviesan nuestro presente.

¿Se inspiraron en algún otro trabajo colectivo o artistas?
Zona de Riesgo se inspira en múltiples fuentes que comparten una misma pulsión por la creación como acto de libertad y transformación. Al inicio, el trabajo del artista Felipe Ehrenberg, con su visión del arte como ejercicio de resistencia, colaboración y experimentación, nos mostró la importancia de las prácticas autogestivas y comunitarias. De igual forma, retomamos ideas de los encuentros artísticos Schmiede, desarrollados en Austria, los cuales nos revelaron el potencial de los espacios de creación colectiva, en donde artistas de diversas disciplinas comparten procesos abiertos, cruzando fronteras entre arte, tecnología y sociedad.
También encontramos inspiración en las casas okupa de artistas radicales, quienes crean espacios donde la autogestión y el desafío a las normas institucionales del arte son formas legítimas de construcción de diálogos. Finalmente, el pensamiento de Paulo Freire y su pedagogía crítica nos enseñó que el arte, como la educación, debe ser un acto emancipador, donde el conocimiento se construye de forma horizontal y en diálogo constante con la realidad social.
De la confluencia de todas estas influencias, entre otras, nació Zona de Riesgo como un territorio de creación crítica.

¿Qué ha sido lo más gratificante de integrar este colectivo?
Lo más gratificante de formar parte de Zona de Riesgo ha sido la posibilidad de crear en comunidad, en un espacio donde la experimentación, el diálogo crítico y el apoyo mutuo son fundamentales. Lo que más nos ha enriquecido es encontrar y construir una red de afinidades que nos impulsa a expandir nuestra práctica, a asumir el riesgo como parte del proceso creativo y a transformar la incertidumbre en una fuerza de exploración. Nuestra mayor sorpresa es ver cómo las ideas individuales se entrelazan y se potencian en proyectos colectivos, y cómo cada reflexión artística resuena con las preocupaciones sociales, políticas y culturales que compartimos.